domingo, 2 de junio de 2013

Una pareja iniciándose en el SW (en el año 2009)


I

Tuvimos la suerte de coincidir en varias ocasiones con una pareja encantadora en la cafetería de moda del barrio en donde vivíamos. Jorge tenía aproximadamente unos treinta y cinco años y Paula no llegaba a los treinta y dos. Jorge, licenciado Madrileño se crio en un barrio periférico, hijo de tabernero. Paula, ingeniera, nació y vivió en Bogotá hasta hacía un año, hija de empresario. Uno no tenía nada que ver con el otro, él era extrovertido, malhablado, misógino, desconfiado, con mal carácter, gracioso cuando quería y ella era tímida, pequeña, de piel muy blanca, pelo negro, con labios gruesos rojos, cariñosa, poco expresiva pero sonriente, dulce y aparentemente inteligente.

En uno de esos encuentros casuales en el local nos invitaron a cenar en la misma cafetería, de noche se convertía en un romántico restaurante con velas en las mesas, luz atenuada y música clásica. Era viernes y él sabía que todos los viernes allí se podía cenar bebiendo gratis todo el champagne que el cliente fuera capaz de ingerir. Cenamos bien y a gusto, Misleidy se fijó en el escote de Paula, tal vez excesivo?, balbuceó. Esta cena fue el inicio de una buena amistad. Así, Misleidy y Paula intercambiaron sus teléfonos, sus cuentas de facebook y las de twitter, su relación se iría acrecentando día a día. Jorge me brindó directamente su amistad de forma expresa, se confesó admirador mío y que le encantaba charlar conmigo, eres un tipo excepcional, me repetía cada vez que nos saludábamos con un abrazo. En realidad entre Jorge y yo no había nada en común, todo lo contrario, éramos radicalmente distintos, pero necesitaba demostrar a mi mujer que yo tenía capacidad para hacer y mantener amigos, en contra de lo que ella me solía reprochar. De esta forma creamos una nueva relación, de hecho ellos eran nuestros mejores amigos.

Misleidy y yo siempre hemos mantenido una convivencia especialmente sana y algo más que sincera, una relación verdaderamente cómplice. En nuestro matrimonio nunca ha faltado la libertad para entrar y salir. Años atrás lejos de nuestro ambiente habitual y de mutuo acuerdo, tal vez favorecido por mí, nos adentramos en el mundo swinger, es decir, frecuentamos clubs de ambiente liberal, fiestas liberales, portales y chats swinger, organizamos citas eróticas con chicas y parejas afines. Fueron experiencias nuevas, un nuevo mundo lleno de descubrimientos, nosotros mismos no sabíamos en aquel momento hasta donde podíamos llegar, aunque el camino tuvo varios tropiezos. Por una parte fue excitante pero a la vez también problemático, no es fácil adaptarse a no sentir celos mientras tu mujer chupa con ganas una polla gorda mejor que la tuya a otro hombre más joven y más guapo. Con el trascurrir de los encuentros me di cuenta que lo mejor era cruzar el límite y adentrarme con ella en aquellas situaciones resbaladizas, acabé imitándola probando a gozar de lo que ella gozaba, me gustó, lo cual facilitó mucho las cosas. Por otra parte, esos comienzos tuvieron momentos de crisis, de idas y vueltas, entrando y saliendo del mundo liberal periódicamente. Casi con toda seguridad motivado por la inexperiencia e inseguridad de ambos y aunque íbamos superándolo a Misleidy le causaba desconfianza.

II

En uno de nuestros encuentros invitamos a nuestros amigos a cenar en casa. Por algunos comentarios de Jorge, por la ropa que lucía Paula cuando salimos con ellos, por sus chistes viciosillos, por ciertos piropos de Jorge hacia Misleidy y por el inesperado regalo de un precioso tanga de la marca Vitoria-Secret traído de New York, pensamos que Jorge y Paula eran pareja swinger como nosotros. La cena ligera trascurrió con toda normalidad y una vez acabamos jugamos una larga partida de póker. La conversación alternó de un tema al otro sin centrarnos en ninguno en particular, pero lo más llamativo fue la incómoda y pesada postura intransigente, machista y especialmente conservadora que mantuvo Jorge durante toda la noche, sinceramente, este chico no parecía el mismo con el que habíamos coincidido tantas veces. Sin embargo, nosotros no dimos por perdida la noche. Una vez solos en casa alimentamos nuestro sexo con multitud de fantasías con Paula y Jorge, Misleidy disfrutaba con la idea de desnudarla, de tocarse ellas dos los pechos rozando pezón contra pezón, de masturbarla mientras me pedía que masajeara el pene de Jorge, que se lo chupara, le encantaba imaginarse mamándosela a él mientras yo penetraba a Paula y así todo un repertorio de imágenes de gran contenido morboso y lésbico.

III

Aquella cena dio pié a organizar una excursión al Monasterio de Silos, así pues, Misleidy y Paula se pusieron manos a la obra y tres semanas después de la cena pasamos un agradable Domingo en Silos. La jornada transcurrió sin incidentes excepto por la llamativa cercanía física que mantuvo Paula junto a mí y excepto por unos detalles que protagonizó Jorge. Saliendo del restaurante por unas amplias escaleras Jorge le dio una palmada en las nalgas de Misleidy a lo que ella contesto, que rico, deberías hacérmelo con más frecuencia, si, si, dijo Paula,  a ver si se le pasa la calentura que tiene. Una vez acordamos regresar, Jorge insistió una y otra vez que Misleidy  podría ir en su coche, así Paula y tu podríais hablar de vuestras cosas, le decía, sin embargo, dejó de insistir al acceder Paula, con una sonrisa, a mi propuesta de que viajar solitos en el mío. La actitud de Jorge, nos dejó algo sorprendidos, qué querrá este chico, será swinger o tan solo va a su rollo?, se pregunta en voz alta Misleidy  mientras entrabamos en nuestro auto, no lo sé, le contesté.

(Autor/a: el nombre de la otra chica y el chico son ficticios) (reservados todos los derechos)