jueves, 6 de junio de 2013

La primera, la mejor (en el año 2008)


I

Con la intención de pasárnoslo bien mi marido y yo decidimos explorar nuevas fantasías y hacerlas realidad, nuestra intención era encontrar una chica guapa y sexy para que pudiéramos disfrutar los dos con ella. Comenzamos nuestra búsqueda por multitud de chats, que fue infructuosa, por cierto, porque por el camino encontramos de todo un poco excepto lo que buscábamos. Así que dispuestos a descubrir nuestra sexualidad decidimos arriesgarnos en ampliar nuestro perfil de exigencia y pasar de buscar solo chicas a parejas que fueran más o menos de nuestra edad y que tuvieran nuestros gustos.  Conocimos mucha gente y lo pasamos bien con algunas de ellas, los dos nos dimos cuenta de nuestra bisexualidad y aprendimos a conocer nuestras debilidades, aprovechar nuestras fortalezas y crear nuestra complicidad. Me gustaría compartir con vosotros una aventura en especial que muchas veces nos hace viajar en el tiempo para recordar lo bien que lo pasamos entonces.

II

Después de muchas noches de chatear y buscar algo interesante en la página web de parejas a la que estábamos apuntados, un día encontré una chica con la webcam conectada que no mostraba su cara y llevaba una excitante bata de noche de leopardo con satín negro, su firme pecho estaba casi al descubierto y dejaba ver un poco de sus largas y tersas piernas. Extrañada, seguí interesada en aquella chica porque en esta página casi siempre en los perfiles de parejas solían ser los chicos los que estaban conectados, decido saludarla y para mi sorpresa me contesta con un "hola" un poco frio, le pregunto si le apetece hablar conmigo y ella me contesta que sí, pero en privado, y decidimos seguir la conversación por messenger. 

Una vez conectadas empecé a chatear con ella con curiosidad  y a hacer las preguntas típicas de este tipo de encuentro, la intención de las dos era saber si éramos compatibles y al final parece que así fue, buscábamos lo mismo.  Esa noche nos pusimos muy calientes las dos,  nos enseñamos los pechos mientras nos describíamos mutuamente lo que nos gustaría hacernos si estuviéramos juntas, nos pusimos a tope de excitación pero decidimos que queríamos dejarlo para otro día y conocernos los cuatro por chat y así fué. Esa noche antes de ir a la cama le comenté a Alfonso sobre esta pareja, no parecían españoles por su forma de expresarse,  le describí a la chica y lo caliente que nos pusimos,  mi relato nos puso a tono y terminamos enredados en la cama, disfrutando de un sexo apasionado y lleno de fantasías.

Después de muchos días enviándonos mensajes e intentando encontrar un hueco donde pudiéramos coincidir los cuatro, lo logramos. Así que quedamos en el chat  un poco tarde porque teníamos que hacerlo después de meter en la cama a los niños y ellos también a los suyos. Nos arreglamos y nos pusimos excitantemente guapos para causarles buena impresión, ellos también estaban vestidos para la ocasión y  comenzamos la conversación de nuestro primer ciber-encuentro. Primero chateamos nosotras, Natasha y yo, y luego ellos, John y Alfonso, después de intercambiar impresiones mi chico estaba  ya súper caliente,  tenía la polla muy tiesa y nos pidieron a las chicas que enseñáramos un poco y así lo hicimos. Empezamos enseñando los pechos las dos muy sensuales, luego el tanga que mi marido me quitó y casi a penas sin que yo me diera cuenta ya estaba desnuda delante de la cam, al igual que Natasha que comenzó chupándole la polla a John. Era muy excitante ver que al otro lado de la pantalla había dos personas que hacían el sexo y se excitaban con nosotros,  después de un rato, cuando sentí que el pene de Alfonso estaba a punto de estallar, le bajé la cremallera, le desabroché el pantalón y se la saqué mientras le masajeaba la punta lubricada y suave,  me levanté, me puse delante de él, me di la vuelta y tras inclinarme hacia adelante me la metí en el coño que lo tenía chorreando. Seguíamos los juegos de Natasha y John por la pantalla, excitados por lo que nos mostraban no aguantamos mucho rato, nuestro nivel de excitación era tan alto que nos pegamos una corrida que nos dejó sin fuerzas y ellos también se corrieron con mucho ruido. Solo nos dio tiempo a despedirnos de forma apresurada.

III

Puede experimentar otras veces esta primera experiencia ciber-sexual pero no con tanta intensidad ni tan excitantemente,  yo antes no llegaba a entender a la gente que practicaba el ciber-sexo dado que me parecía una forma fría y demasiado poco morbosa de practicar el sexo. Después de unos días vi en mi correo un mensaje de Natasha con su número de teléfono para que le llamara y así lo hice. Fue una llamada muy rápida a media mañana, sin más comentarios quedamos el sábado siguiente para cenar y conocernos en persona.

Ellos vivían un poco lejos de nuestra casa así que lo arreglamos todo para dejar a los niños colocados y ponernos en camino temprano. Quedamos en un pueblo cercano al suyo para tomar algo y como casi siempre llegamos temprano, nos gustaba mucho vivir esos momentos antes de conocerles, explorar el lugar y hablar sobre los límites que a veces nos poníamos para que todo fuera bien. Cuando nos dimos cuenta del tiempo, era un poco tarde, empezamos a mosquearnos, llegamos a pensar que no se presentarían como ya nos había pasado con anterioridad con otras parejas, así que les llamamos para saber el motivo de su tardanza y nos comentaron que estaban llegando. El encuentro se produjo en una calle del pueblecito donde dejamos nuestro coche, ellos nos invitaron al suyo para así poder ir los cuatro  juntos. Recorrimos las calles del pueblo buscando un sitio tranquilo donde poder hablar y John se decidió por un restaurante que conocía pero estaba lleno aun así entramos, fuimos a la parte baja y decidimos quedarnos, pedimos algunas cosas para picar y beber, durante nuestra estancia allí hablamos de muchas cosas pero no sobre lo que nos interesaba. Pagamos la cuenta y nos fuimos, al salir de allí ellos nos preguntaron si queríamos ir a su casa a tomar una copa, mis ojos buscaron los de Alfonso,  vimos los dos en nuestras miradas la respuesta,  decidimos ir. Fuimos hacia nuestro coche, nos subimos y les seguimos hasta su casa.

IV

Al llegar nos instalaron en el salón y nos ofrecieron algo de beber, pusieron algunas cosas para picar, bajaron la luz y él se encargó de poner algo de música, comenzamos a hablar y decidimos hacer una partida de strip-póker, sentados en la alfombra.  Como era de imaginar las chicas éramos las que más prendas perdíamos así que en poco tiempo estábamos casi desnudas, solo nos quedamos con los tangas, en cambio los chicos aún conservaban algo más de ropa. El juego fue muy excitante, yo me fui poniendo cada vez más caliente hasta que llegó el momento en que decidí romper el hielo y comenzar a juguetear con Natasha con la mirada encendida de los chicos. 

Le empecé a acariciar los senos, le bese el cuello, luego mis gruesos labios se juntaron con los suyos, finos y suaves, sintiendo el calor de su aliento y la respiración agitada que de su pecho salía, ella me tocaba mis morenas e hinchadas areolas muy tímidamente, luego me levanté un poco para que pudiera introducir mis pezones en su boca, me encantaba que los chupara. Eché un vistazo de reojo a John y a Alfonso que estaban disfrutando viendo todo lo que hacíamos sentados en el suelo encima de la alfombra negra que nos sostenía a los cuatro, comenzaron a sacar sus miembros viriles que estaban a punto de estallar dentro de sus calzoncillos y empezaron a masajearlos como si se tratara de algo muy delicado, era muy provocador verles, tanto que no pude esperar más y me abalancé sobre mi marido con ojos encendidos de deseo. Lo besé y le pregunté si le gustaba el juego que habíamos empezado y me contestó que sí, que se había puesto muy caliente, entonces yo di rienda suelta a mi fogosidad. Natasha y John se juntaron en un largo beso aderezado con sus manos juguetonas que tocaban todas las partes de sus cuerpos.

Nosotros mientras tanto continuábamos con nuestros quehaceres sexuales. Después de un rato decidimos darle un poco de vidilla a nuestro juego así que mi marido me dijo que me acercara a John, así lo hice mientras tanto él fue por detrás de Natasha empezando a acariciarla, poco a poco ellos se fueron acoplando a nosotros, yo terminé con John encima de un sofá y Alfonso con Natasha  en el otro. Ver como mi marido y ella se abrazaban y se tocaban entrecruzándose sus cuerpos con caricias, manoseos y besos, me estremeció produciéndome  una sensación especialmente agradable que antes no había sentido nunca. Les vi tocarse, palparse las nalgas y como mi marido le metía la mano por dentro de su pequeño tanga mientras escuchaba sus gemidos de placer, él le masturbaba su clítoris hinchado y excitado, masajeándole al mismo tiempo la vulva e introduciéndole los dedos en la vagina, todo ello me llenó de tanta excitación y deseo que me decidí a hacer algo que nunca antes había hecho, fallarme al chico de la otra pareja.

V

Comencé a tocar y besar su polla tiesa y gruesa mientras John me acariciaba las nalgas apretándolas y dándome placer, fue entonces cuando yo sentí el ardiente impulso de sentir su polla bien metida dentro de mi vagina, que me penetrara con su exuberante pene, se puso un preservativo y me penetró con su verga, sentí mucho placer pero, desgraciadamente, duró poco tiempo ya que él no estaba acostumbrado a usar condones y me la sacó pidiéndome disculpas. Le dije, naturalmente, que no pasaba nada y el continuó tocándose su pene poniéndoselo otra vez bien erecto. John siguió masturbándose mientras daba instrucciones a Alfonso de cómo hacer correr a Natasha. Después de un rato de gemidos y jadeos la anfitriona llegó al clímax, cosa que me puso aún más caliente todavía. Entonces, tiré del brazo de mi marido, le  acerqué a mí, lo tumbé en el suelo y me coloqué encima suyo  metiéndome su rabo dentro de mí, comencé a cabalgar y no paré hasta que mi cuerpo y el suyo se estremecieron encontrándose en un orgasmo perfecto y sudoroso.

Natasha se aferraba a John masajeándole la polla cuando yo cogí la mano de Alfonso y se la coloqué encima de la suya siguiendo éste el movimiento rítmico que ella, tan acertadamente, le estaba marcando. Al darse cuenta de la situación John acaricio la polla de Alfonso intentando ponerla de nuevo tiesa  chupándola con la boca, los dos se pusieron a mamársela el uno al otro, siempre me había excitado mucho el imaginar que aquello llegaría a ocurrir, ver a mi marido con otro hombre fue realmente más excitante de lo que me había imaginado. Siguieron los dos con sus juegos mientras nosotras les mirábamos, Alfonso masajeó el rabo de John hasta que consiguió que eyaculara todo el semen que había acumulado durante toda la noche, salió con fuerza por encima de mi marido mojándole todo el dorso, la cara y la boca.

Aquella primera experiencia fue irrepetible. La verdad es que después de aquella aventura si bien hemos tenido muchas otras, lo cierto es que ninguna la hemos vivido de forma tan apasionante como estar los dos juntos follando con John y con Natasha.

 
(Autor/a: el nombre de la otra chica y el otro chico son ficticios) (reservados todos los derechos)

domingo, 2 de junio de 2013

Una pareja iniciándose en el SW (en el año 2009)


I

Tuvimos la suerte de coincidir en varias ocasiones con una pareja encantadora en la cafetería de moda del barrio en donde vivíamos. Jorge tenía aproximadamente unos treinta y cinco años y Paula no llegaba a los treinta y dos. Jorge, licenciado Madrileño se crio en un barrio periférico, hijo de tabernero. Paula, ingeniera, nació y vivió en Bogotá hasta hacía un año, hija de empresario. Uno no tenía nada que ver con el otro, él era extrovertido, malhablado, misógino, desconfiado, con mal carácter, gracioso cuando quería y ella era tímida, pequeña, de piel muy blanca, pelo negro, con labios gruesos rojos, cariñosa, poco expresiva pero sonriente, dulce y aparentemente inteligente.

En uno de esos encuentros casuales en el local nos invitaron a cenar en la misma cafetería, de noche se convertía en un romántico restaurante con velas en las mesas, luz atenuada y música clásica. Era viernes y él sabía que todos los viernes allí se podía cenar bebiendo gratis todo el champagne que el cliente fuera capaz de ingerir. Cenamos bien y a gusto, Misleidy se fijó en el escote de Paula, tal vez excesivo?, balbuceó. Esta cena fue el inicio de una buena amistad. Así, Misleidy y Paula intercambiaron sus teléfonos, sus cuentas de facebook y las de twitter, su relación se iría acrecentando día a día. Jorge me brindó directamente su amistad de forma expresa, se confesó admirador mío y que le encantaba charlar conmigo, eres un tipo excepcional, me repetía cada vez que nos saludábamos con un abrazo. En realidad entre Jorge y yo no había nada en común, todo lo contrario, éramos radicalmente distintos, pero necesitaba demostrar a mi mujer que yo tenía capacidad para hacer y mantener amigos, en contra de lo que ella me solía reprochar. De esta forma creamos una nueva relación, de hecho ellos eran nuestros mejores amigos.

Misleidy y yo siempre hemos mantenido una convivencia especialmente sana y algo más que sincera, una relación verdaderamente cómplice. En nuestro matrimonio nunca ha faltado la libertad para entrar y salir. Años atrás lejos de nuestro ambiente habitual y de mutuo acuerdo, tal vez favorecido por mí, nos adentramos en el mundo swinger, es decir, frecuentamos clubs de ambiente liberal, fiestas liberales, portales y chats swinger, organizamos citas eróticas con chicas y parejas afines. Fueron experiencias nuevas, un nuevo mundo lleno de descubrimientos, nosotros mismos no sabíamos en aquel momento hasta donde podíamos llegar, aunque el camino tuvo varios tropiezos. Por una parte fue excitante pero a la vez también problemático, no es fácil adaptarse a no sentir celos mientras tu mujer chupa con ganas una polla gorda mejor que la tuya a otro hombre más joven y más guapo. Con el trascurrir de los encuentros me di cuenta que lo mejor era cruzar el límite y adentrarme con ella en aquellas situaciones resbaladizas, acabé imitándola probando a gozar de lo que ella gozaba, me gustó, lo cual facilitó mucho las cosas. Por otra parte, esos comienzos tuvieron momentos de crisis, de idas y vueltas, entrando y saliendo del mundo liberal periódicamente. Casi con toda seguridad motivado por la inexperiencia e inseguridad de ambos y aunque íbamos superándolo a Misleidy le causaba desconfianza.

II

En uno de nuestros encuentros invitamos a nuestros amigos a cenar en casa. Por algunos comentarios de Jorge, por la ropa que lucía Paula cuando salimos con ellos, por sus chistes viciosillos, por ciertos piropos de Jorge hacia Misleidy y por el inesperado regalo de un precioso tanga de la marca Vitoria-Secret traído de New York, pensamos que Jorge y Paula eran pareja swinger como nosotros. La cena ligera trascurrió con toda normalidad y una vez acabamos jugamos una larga partida de póker. La conversación alternó de un tema al otro sin centrarnos en ninguno en particular, pero lo más llamativo fue la incómoda y pesada postura intransigente, machista y especialmente conservadora que mantuvo Jorge durante toda la noche, sinceramente, este chico no parecía el mismo con el que habíamos coincidido tantas veces. Sin embargo, nosotros no dimos por perdida la noche. Una vez solos en casa alimentamos nuestro sexo con multitud de fantasías con Paula y Jorge, Misleidy disfrutaba con la idea de desnudarla, de tocarse ellas dos los pechos rozando pezón contra pezón, de masturbarla mientras me pedía que masajeara el pene de Jorge, que se lo chupara, le encantaba imaginarse mamándosela a él mientras yo penetraba a Paula y así todo un repertorio de imágenes de gran contenido morboso y lésbico.

III

Aquella cena dio pié a organizar una excursión al Monasterio de Silos, así pues, Misleidy y Paula se pusieron manos a la obra y tres semanas después de la cena pasamos un agradable Domingo en Silos. La jornada transcurrió sin incidentes excepto por la llamativa cercanía física que mantuvo Paula junto a mí y excepto por unos detalles que protagonizó Jorge. Saliendo del restaurante por unas amplias escaleras Jorge le dio una palmada en las nalgas de Misleidy a lo que ella contesto, que rico, deberías hacérmelo con más frecuencia, si, si, dijo Paula,  a ver si se le pasa la calentura que tiene. Una vez acordamos regresar, Jorge insistió una y otra vez que Misleidy  podría ir en su coche, así Paula y tu podríais hablar de vuestras cosas, le decía, sin embargo, dejó de insistir al acceder Paula, con una sonrisa, a mi propuesta de que viajar solitos en el mío. La actitud de Jorge, nos dejó algo sorprendidos, qué querrá este chico, será swinger o tan solo va a su rollo?, se pregunta en voz alta Misleidy  mientras entrabamos en nuestro auto, no lo sé, le contesté.

(Autor/a: el nombre de la otra chica y el chico son ficticios) (reservados todos los derechos)

viernes, 17 de mayo de 2013

El límite lo ponen ellos (en el año 2009)

(continuación de Una pareja iniciándose es el SW)

I

Al día siguiente por la noche tomando una caña en la cafetería que se convierte en restaurante, me encontré con Jorge. Qué tal Alfonso cómo estás?, bien le dije, y tú?, pues ya ves acabando la jornada, hasta los cojones de mi puto jefe. Dónde anda Paula?, le pregunté, pues de fiesta con las amigas, me contestó cabreado, son todas unas golfas, apostilló, bueno, todas no, le dije, ya, ya me entiendes, respondió Jorge, pues no, no te entiendo, amigo, le respondí yo. Rápidamente Jorge cambió de tercio, echándome el brazo por encima del hombro me dijo, es que con una mujer como la tuya no puedes quejarte, está tan buena y es tan guapa que si no fuera porque está casada contigo iba a por ella y le echaba unos polvos bien dados, y ¿cómo debe mamarla con esa boca y esos labios carnosos que tiene¡¡, dios, dijo sentándose en la silla taburete de la barra del local. Pues, adelante, le dije, qué dices Alfonso? no lo dirás en serio, me responde con los ojos abiertos, pues si Jorge, te lo digo sin bromear, si quieres algo con mi mujer no tienes más que conseguir que ella también quiera lo mismo. Joder cómo eres tío, susurró Jorge, bueno déjate de ostias coño, os invitamos a cenar a casa el próximo viernes. Dentro de cuatro días?, le dije, si, si, dentro de cuatro días os esperamos en casa a las ocho y entre los cuatro preparamos la cena. Vale, le contesté, lo hablo con Misleidy y si no te digo nada en contra esta misma noche cuenta con nosotros, allí estaremos.

Llegué a casa, Misleidy ya había acostado a los niños y la mesa estaba preparada para la cena,  de dónde vienes a estas horas?, me preguntó, pues de la cafetería, he tomado una caña con Jorge. Durante la cena le conté con pelos y señales la conversación que mantuvimos, Misleidy se lo tomó a bien añadiendo, bueno si quiere algo que me lo diga, nos vamos los dos a follar a un hotel, no creo que a Paula le importe, ella es también liberal. Si, sería divertido, le dije, luego me cuentas qué tal y me hago una buena paja con el preservativo puesto que ya sabes que la corrida es mejor. Además haría unas fotos para ti, apostilla Misleidy, para que te pongas caliente como un cerdo, maricón. Sin darnos cuenta, empezamos a planear la cena del viernes. Llevaré a los niños a casa de mi madre, me dijo Misleidy mientras se colocaba la falda. Creo que este será el día en que nos vamos a follar a estos dos, le dije, creo que habrá sexo a tope, sí eso creo yo también, contestó ella, y ojala les convirtiéramos en nuestra pareja swinger habitual. Ligeramente emocionada, me pregunta Misleidy, no crees que sería mejor que yo llegara la primera a las ocho y tu aparecieras a las diez para que tenga tiempo de calentar el ambiente?,  sí, sí, creo que es una magnífica idea, le contesté, además a lo mejor se animan y quieren empezar antes de que tu llegues, tal vez me quieran desnudar los dos a la vez, decía Misleidy. Sería una pasada llegar y veros jugueteado los tres juntos, dije con el pene duro como una piedra.

II

Viernes por la tarde, estaba lloviendo y hacía mucho frío. Misleidy acababa de entrar por la puerta de casa, ya he dejado a los niños en casa de mi madre, mañana debemos ir a recogerlos antes de las once, me dice, mientras se descalzaba sentada en el comedor. Recuerda que hemos quedamos a las ocho, deberías ir arreglándote Misleidy, le comenté desde el baño acabando de depilarme el pubis, los testículos y la parte superior de la piernas. Si, hemos quedado a las ocho pero recuerda que tú te presentarás a las diez en punto con la escusa de una reunión, insiste Misleidy, si, si ya lo sé, pero date prisa que llegarás tarde y tiempo no nos va a sobrar con todo lo que esperamos hacer.

Misleidy se arregló con rapidez, ya estaba depilada y tan solo tuvo que ducharse, ponerse su ropa interior, colocarse las medias, ponerse el tanga, sujetarse el liguero, ajustarse el sujetador, maquillarse, perfumarse y pedirme que le colocara el precioso collar de perlas que le regalé en nuestro primer aniversario de boda. Que bien me colocas el collar, me dijo, mientras se agachaba para sacarme la polla y chupármela, esto es lo que le haré a Jorge antes de que tú llegues, me dijo. Minutos después, más relajado, sentado en el sofá del salón la vi entrar con el vestido corto negro transparente con encajes blancos en el cuello, casi cubriendo sus medias y dejando transparentar la silueta de su tanga, mientras ella introducía en su bolso de mano la barra pintalabios, preservativos y un pequeño vibrador. Hasta luego, le dije al despedirla en la puerta de casa, nos vemos a las diez en casa de Paula, me contestó, suerte, le dije.

Hacía frío, llevaba casi dos horas imaginando todo lo que podría estar pasando en aquella casa, me dolían los huevos de tanto imaginar, ya me dirigía hacia allí. A las diez de la noche en punto llamé al telefonillo, quién es?, preguntó Paula, soy yo Alfonso, dije enredado de frío, se abrió la puerta y me dirigí directamente al ascensor abierto. Ya en el cuarto piso, el rellano tenía solo dos puertas, una de ellas se abrió antes de poder tocar el timbre, hola Alfonso, me dice Paula, pasa, pasa estamos intentando cocer los bogavantes. Le di dos besos, entré en la cocina saludé a Jorge y besé a Misleidy, cómo, aun estáis así?, pregunté con voz juguetona, si, ya ves, contestó Misleidy, los bogavantes le dan miedo a Jorge y hemos esperado a que tu llegaras. Me puse a cocer los crustáceos mientras le preguntaba a Misleidy en voz baja, ha pasado algo especial entre tú y ellos?, nada, de nada, lo he intentado todo, este tío es tonto de remate y ella no se atreve a nada, exclamó decepcionada. Este tío ha pasado de mi todo el rato y mira que me insinuado a base de bien, incluso cuando él bajó al trastero a por unas Coca-Colas le acompañé a pesar de que no quería, fíjate, me decía Misleidy, en el ascensor le cogí la mano y él me la soltó, pero es que en el trastero cuando él sostenía la caja de refrescos le he acariciado las nalgas y ni se inmutó. Vaya con el chico, le dije.

III

La cena duró lo justo, los tres Misleidy, Paula y yo tuvimos que aguantar con paciencia y buen humor a un Jorge malhumorado y sin ganas de divertirse. Tengo mucha tensión en el trabajo, mira incluso tengo una fuerte contractura en la espalda, me decía, mientras se cogía el hombre izquierdo, pues no te preocupes, le dijo, Misleidy si quieres te puedo dar un masaje cuando acabemos de cenar, se me dan muy bien. Una vez retirada la mesa, nos preparamos unas copas, Paula puso unos DVD con video clips de excelente música, nos fuimos sentando cada uno al lado de su pareja. Jorge siguió con lo de su dolor de espalada, Misleidy le cogió de la mano y le dijo, venga vamos a tu habitación a darte un buen masaje para que mejore tu contractura, le convenció y se lo llevó a la habitación de invitados, pero no a su habitación de matrimonio tal como le había indicado Jorge. 

Una vez solos en el salón me acerqué junto a Paula, puedo sentarme a tu lado?, le dije, por supuesto que sí, me encanta que lo hagas, dijo Paula. Sentados juntos escuchando el videoclip me dirijo a ella, te apetece que te de un masaje en los hombros, claro, contestó Paula, dámelo no vaya a ser que Jorge sea el único que se lo vaya a pasar bien esta noche. Me levanté del sofá y me dirigí detrás de éste hasta tener enfrente de mí la espalda de Paula, espera un momento que me desabrocho unos botones de la blusa para que puedas masajearme más cómodo, me dijo apresurada. Empecé por los hombros suavemente y a la vez que ella me acariciaba el dorso de las manos fui bajando hasta que me encontré con sus pechos dentro del sujetador, puedo?, le pregunté, si, si, sigue, me encanta, dijo Paula, yo en Bogotá era swinger, me encanta el rollo liberal. Mientras mis manos sentían parte de sus pechos mis dedos buscaron sus pezones y al sentirlos erectos los cogí con cuidado masajeándolos con intención de que Paula se excitara con ello, qué tal, te gusta?, sí, me encanta, más fuerte Paula?, si, apriétalos más, Alfonso. Ella giró su cara, me sujeto la nuca con su mano izquierda y buscó mis labios, nos besamos, nuestras lenguas buscaban el tacto rugoso y húmedo de la otra, jadeando inclinó mi cabeza y la llevó junto a sus pechos, chúpalos, me dijo, mientras tanto oíamos hablar a Jorge y a Misleidy  sin prestar mucha atención a lo que decían. Me di cuenta que su mano derecha se encontraba dentro de su tanga rojo y mientras seguía chupándole los pezones me bajé la cremallera sacándome el pene erecto, húmedo, rojo y terso, ella se dio cuenta y me dijo, ven acércate que te mamo esa polla rica y gorda que tienes aquí, incorporándose en el sofá y girándose un poco a su izquierda. Ella no dejó en ningún momento de masturbarse el clítoris, se podía percibir el tenue chapoteo de su vulva húmeda. Levántate Paula, le dije, ven acércate a mí, mientras me agachaba a la altura de su pubis, uumm que rico me lo comes, susurraba Paula mientras le masajeaba su clítoris con la punta de la lengua ayudada por la presión de mis labios. El cuerpo de Paula se veía sacudido por pequeños temblores, ya es la hora pensé, me levanté y con mucha delicadeza me puse a sus espaldas y levantándole su minifalda con vuelo le sujeté el tanga para bajarlo y dejárselo justo por encima de las rodillas, ella se inclinó hacia delante y metiendo el brazo por entre sus piernas agarró mi polla masajeando con sus dedos mi glande repleto de líquido viscoso se lo introdujo ella misma en su propia vagina tras ponerle la gomita, chorreaba y se mecía para que la penetrara bien hondo, me decía, dame cachetes en las nalgas, empuja con fuerza y no pares. El jadeo de Paula se convirtió en un continuo suspirar, mi polla jugaba dentro de su vagina, los dos nos hundíamos en el placer, al rato oigo, Alfonso que me voy, si Paula vete que te sigo, Alonso dale fuerte, si Paula, toma y toma aquí lo tienes todo para ti. Después nos callamos, el silencio entró a formar parte del juego y saboreando la tremenda corrida nos sentamos mientras le ayudaba a subirse el tanga y a abrocharse la blusa, finalmente nos dimos un beso. Que rico, me dijo.

IV

Algo debió ocurrir en la habitación de invitados cuando oímos los tacones de Misleidy dirigiéndose hacia el salón. Por la puerta del salón aparece la cara de Jorge, qué coño hacíais, dijo sentándose junto a Paula, nada dijo ella, escuchando música y escuchando lo que hacíais vosotros. Sírveme una copa que estoy muerto de sed, le dijo con voz muy atenuada. Misleidy se había sentado a mi lado y también le pidió una copa a Paula, si, ahora te la sirvo, le contestó, quieres una Alfonso, pues si gracias Paula, te lo agradezco. Que tal te los has pasado bribón?, le preguntó Misleidy a Jorge, cómo me lo he pasado?, exclamó él, si, Jorge, eso mismo, le dijo Misleidy, pues bien, contestó. Paula sirviendo las copas exclamó, vaya Jorge qué estabais haciendo, se oía mucho movimiento?, no que va, dijo él, entonces por qué estás tan acalorado?, dice Paula mientras le da un beso en los labios. Cuéntanos Misleidy, qué ha habéis hecho allí solos tanto rato?.

Misleidy con la copa en la mano se incorporó en el sofá junto a Alfonso y se sentó cómodamente mientras cruzaba sus piernas. Pues verás Paula, hemos entrado en la habitación, él se ha quitado la camisa y se ha tumbado en la cama. Una vez que en esta posición yo me he sentado encima de sus nalgas y le he empezado a dar un buen masaje. Trascurrido un buen rato le he pedido que se diera la vuelta y sentada a su derecha le he masajeado la cara y luego los pechos, acariciándole los pezones y aprovechando para chupárselos un poco. Jorge muy sonrojado en todo momento ha estado jadeando y casi inmóvil hasta que ha sentido que le estaba acariciando el pene por encima del pantalón cuando me dice, qué haces? no ves que puede entrar Paula, pues mejor si entra, así jugamos todos, le contesté. Su pene estaba tan duro que no me quedó otro remedio que  bajarle la cremallera, quitarle el cinturón, desabrocharle el pantalón y liberarle la polla dejando que se pusiera tiesa y erguida, después de lo cual, se la he acariciado iniciando un masaje en toda ella. Te gustó?, le preguntó Paula a Jorge, pues no sé, dijo Jorge, todo lo hacía ella, bueno pero tú estabas tieso, no?, le decía Paula, si pero no es lo que tú te piensas, coño, contestó toscamente Jorge. Prosigo, dijo Misleidy, seguí con la paja y chupándole el rabo cuando él me saca los pechos del sujetador y me los empieza a apretar, con cuidado, le digo, chupa aquí maricón, señalándole mi tieso pezón. Lo cierto es que me ardían el tangas por lo cual me lo quité. Sigue joder, zorra no dejes de mover la polla, me gruñe Jorge, bien tranquilo, le contesto cogiendo su mano y poniéndomela en mi pubis mientras él se queda inmóvil y empieza a acariciármelo, Jorge un poco más abajo, dice Misleidy que le dijo, qué quieres que haga?, me pregunta, tócame el clítoris joder, le contesté. Déjame que te la meta Misleidy, sí métemela pero antes ponte este preservativo, cómo un condón?, ni hablar de condones, imposible, yo con eso no puedo, pues si no hay gomita no me la metes Jorge, pues que putada, joder, contesta él. Yo seguí mamándosela, continua contando Misleidy, mientras yo misma me masajeaba el clítoris hinchado, cuando de pronto Jorge me dice, deja que ya sigo yo con la paja, bien le digo, como quieras. Él se incorpora, se baja los pantalones y sus calzoncillos blancos por debajo de las rodillas y se pone encima de la cama a cuatro patas diciéndome, anda tócame el culo y méteme el dedo zorra, pero no prefieres esta cosita, mientras yo saco mi vibrador del bolso de mano, pues sí mejor, pero no me vayas a hacer daño eh, dice él. Le lubrico el ano con crema y se lo voy dilatando hasta que veo que entra el vibrador sin problema, suavemente voy introduciéndolo mientras intensifico la vibración, que rico, dice Jorge, al rato, exclama, aah, ahi, sigue, sigue que me voy a correr, no hombre espera un momento,  le digo mientras vuelvo a masturbarme. Tras unos instantes siento que Jorge intensifica de jadeo y agarrándose la polla se pega una espectacular corrida mojando todo con su semen. Después de correrse se queda relajado, se coloca los pantalones y se tumba en la cama, y me dice, no vayas a creer que soy un puto marica Misleidy, no hombre no, a muchos hombres les gusta que les follen el culo Jorge, así, pues qué bien, contestó él, quedándose tumbado a mis espaldas. Sentada en la cama yo prosigo con lo mío, estaba ardiendo y deseaba tener un buen orgasmo, cojo de mi bolso una goma y se la pongo al vibrador, le doy marcha a mi vagina y le pido a Jorge que me acaricie los pezones, no tardé mucho en correrme, dijo Misleidy y con un gesto con las manos dio por acabada la historia. Paula estaba recostada sobre el pecho de Jorge, acariciándoselo, y Alfonso me besaba la mano, las copas estaban vacías y el ambiente somnoliento, es hora de marcharse, dijo Misleidy, mañana tenemos cosas que hacer.

Después de aquella cena con sexo, estuvimos sin vernos varios meses. Un buen día Misleidy recibió una llamada de Paula invitándola a salir a cenar, Misleidy accedió. Salieron a cenar, Misleidy llego a casa a las seis de la mañana. Antes de acostarse dándome un beso en la mejilla me preguntó, estás despierto?, sí, le contesté, pues tengo unas fotos que enseñarte, me susurro en el oído.

(Autor/a: el nombre de la otra chica y el chico son ficticios) (reservados todos los derechos)

miércoles, 15 de mayo de 2013

El tanga de Claudia (en el año 2010)


Estábamos preparando los exámenes para las oposiciones de funcionarios. Claudia recién había sido llamada para cubrir una baja laboral. Mi jefe nos presentó con la intención de que la ayudara a estudiar,  ambos habíamos hecho las prácticas bajo su tutela, ella hacía tan solo cuatro años y yo quince, justo antes de decidir que mi futuro estaba en California. Mi repentina vuelta a Madrid sorprendió a todo el mundo, poco se podía hacer en aquellos momentos del inicio de la crisis.
La primera tarde de estudio se inició a las siete en su apartamento de una sola habitación y de cocina diminuta. Mi esposa se había quedado en casa al cuidado de los niños, aprovecha el tiempo, me dijo, con su mirada cómplice al despedirse de mí. Las dos horas pasaron rápidas, cada uno contando sus aventuras por el mundo, mientras la oía respirar escuchaba sus relatos intentando retener su mirada. Al llegar a casa, Misleidy se apresuró a preparar la mesa para la cena, con los niños ya en la cama nos daba juego para poder hablar de todo lo que quisiéramos. La cena transcurrió con mi detallada explicación  de las dos horas de estudio, Misleidy me preguntaba una y otra vez en espera de un inesperado relato excitante, pero lo único que pude decirle es que tan solo conseguí oler su perfume inocente y que me parecía a la vez estrecha y con ganas de jugar, si bien me había llamado la atención que al llegar a su apartamento me abriera la puerta con el cuerpo desnudo cubierta tan solo por un albornoz rosa, acabo de salir de la ducha, me dijo, siéntate tardo un minuto en vestirme.
Misleidy estaba convencida que Claudia quería que yo hablara con mi jefe para que la contratara de nuevo, durante los dos primeros meses de estudio había cambiado de trabajo. Parecía que algo de cierto había en toda aquella suposición, en las dos últimas citas para el estudio ella se me había insinuado a su manera, es decir, utilizando un diálogo corporal inconfundible lleno de posturas sensuales, acercamiento paulatino, roce de su muslo contra el mío, miradas fijas y huidizas, observaciones sobre mi pelo, mi ropa y lo bien que hacía las cosas, en otras palabras, ese diálogo de quien no quiere que le pregunten lo que desea hacer sino que quiere que le afloren indulgentemente sus fantasías íntimas. A esta sensual insinuación mayúscula, llena de rubor, le respondí que sería mejor idea que saliéramos los tres a cenar, ella, mi pareja y yo y que después de cenar saliéramos a bailar juntos. Misleidy te ensañará a bailar, le dije, mientras yo proseguía explicándole que mi esposa es latina y que lo lleva en la sangre. Basta verla como se mueve y como combina su color de piel tostado con la ropa ajustada que se pone cuando salimos, propia de una puta, le decía, fijándome, a su vez, en sus ojos acristalados, en su entumecía la mirada y en sus sonrojadas mejillas. Está bien caliente, pensé.
Dos semanas después de la última insinuación y tras repetirle lo bien que lo pasaríamos saliendo a bailar los tres juntos, conseguí que aceptara venir a casa a cenar. Quedamos para el siguiente viernes, teníamos siete días para preparar la cena y navegar en nuestra fantasía. Misleidy y yo no dejábamos de contarnos el uno al otro todo lo que queríamos que pasara. Decidió que el viernes dejaría a los niños en casa de su madre, así tendremos más libertad para hacer lo que nos venga en gana, me decía cada vez que hablábamos de ella y dejábamos volar nuestra imaginación.
Llegó por fin el viernes. Vienes por la tarde haciendo la compra metimos en la cesta vino blanco afrutado, champagne francés y el mejor ron del merado para hacer unos buenos cubatas y otros buenos mojitos. Una vez dejamos a los niños con mi suegra, llegamos a casa para preparar la noche. Mientras ella se arreglaba, depilaba el pubis y se ponía sus mejor ropa interior de encaje negro con medias, liguero, tanga y sujetador a juego, yo, ya duchado, preparaba la especial cena. Revisó las baterías de sus juguetes, limpió sus vibradores, ordenó los preservativos por colores y sabores. Tu nueva falda te queda muy corta, le dije, no crees que se alarmará al verte tan provocativa?, le pregunté, no en absoluto, me contestó Misleidy bajándose un buen centímetro la falda negra con lentejuelas estrecha y ajustada a sus femeninas caderas muy por encima de unos zapatos con extraordinarios tacones, sin dejar, claro está, de colocarse bien sus pechos dentro del sujetador  transparentado por la blusa blanca de encaje caída sobre su piel morena deliciosamente perfumada. Misleidy estaba especialmente sexy, su cuerpo transpiraba pasión.

Mientras yo terminaba de adornar el plato de jamón ibérico y la fuente de Bogavante, Misleidy recordaba todos los detalles de la cena que nos preparó Claudia en su apartamento una semana atrás. Cómo te miraba los labios y cómo miraba fijamente mis pechos, me decía susurrando, perfilándose los labios rojo carmín. Me la voy a comer todita yo sola, narraba con su boca entreabierta detrás de mi oreja, mientras acariciaba los bordes de mi espalda; si, le contesté yo, le gustará tanto como las caricias que le hice mientras tú te hacías la dormida en el sofá de su salón-comedor después de la cena que nos preparó y tras bebernos todo lo que pillamos en su despensa. Misleidy, le dije, lástima que no le bese la mejilla al mismo tiempo que le hablaba silenciosamente muy cerca su cuello, tal como ella decía que hiciera para que no te despertara. Aunque, con toda seguridad ella debía haberse dado cuenta  que estabas mirando lo que hacíamos, le dije a Misleidy, mientras le permitías hacerme  creer que ella pensaba que dormías. Así concluí encendido y ardiente de deseo con mi pene erecto lubricándose y queriendo ser acariciado por los labios de nuestra especial amiga junto con los de mi querida y ardiente Misleidy.
Llaman al telefonillo, nos apresuramos, Misleidy se dirige al recibidor y yo a la cocina. Llaman a la puerta, cómo vendrá vestida?, me preguntaba con voz sensual Misleidy de camino a la puerta. Misleidy abrió la puerta, hola, Claudia, pasa, estás en tu casa. Hola Misleidy, gracias, aquí tienes un pequeño obsequio. Oía sus voces desde la cocina, el corazón me latía con fuerza mientras sonaban sus tacones en el recibidor, los de cada una con un sonido distinto. Hola Claudia, cómo estás?, gracias por venir, le dije mientras la besaba las dos mejillas oliendo el delicioso perfume que surgía de entre su pelo. Hola Alfonso, me dijo, estáis los dos muy guapos, echando, al mismo tiempo, una mirada descontrolada, de arriba abajo, a Misleidy. Tu sí que estás guapa con esta blusa roja que llevas Claudia, le contestó titubeante Misleidy pasándole el dorso de su mano izquierda por encima de la espalada y mirándole, sin rubor y sin querer evitarlo, el escote inusual en ella que lucía su cuerpo de novicia.


Les serví un aperitivo en el salón, mientras ellas no dejaban de hablar y contarse cosas yo las miraba por la rendija, escondido detrás de la puerta del salón observando todos sus movimientos, expresiones y miradas buscando una señal que nos delatara si Claudia nos estaba diciendo, a su manera, que quería jugar con nosotros, en definitiva, averiguar si nos estaba provocando con su forma inmadura de ser, con sus apariencia de chica estrecha de provincias y con el escote sobresaliendo de su bonita blusa roja.
Después de la cena, vino blanco y champagne francés, y después de numerosos intentos de hablar de sexo, de tríos o de fantasías femeninas nos fuimos a sentar al salón, Misleidy en el sofá azul del salón y Claudia y yo en el sofá blanco, perpendicular al azul. Claudia se sentó en el borde cerca del de Misleidy y yo al otro lado de Claudia. Nos servimos unas copas, charlamos, escuchamos música y nos pusimos a escuchar lo que Claudia nos contaba de sus gustos, de su perfecta manera de ser, de lo poco que practicaba el sexo y de lo seria que ella era en estas cosas. Sorprendido por lo que oía, mientras me acercaba ligeramente a su cuerpo, empecé a acariciarle con los dedos de mi mano izquierda la zona periférica a su oreja derecha y a besarle la parte exterior de su cuello estilizado, mientras tanto, Misleidy con ojos bien abiertos nos observaba enrojecida y sonreía prestando especial atención a lo que ocurría.
Claudia seguía hablando como si no pasara nada, durante su monólogo empezó a acariciar suavemente los lomos de mis piernas insistiendo en que el sexo no lo hacía con cualquiera. En silencio pasé de besar su cuello a acariciar su brazos desnudos con mucha delicadeza y ternura, de allí pasé a besar sus manos y sus dedos, pero Claudia seguía hablando de lo suyo con una sonrisa natural y mirándonos a los dos mientras Misleidy, atenta a nuestros movimientos y expresiones, sin decir nada dejaba sonar su respiración profunda con una excitada mueca en sus labios carnosos.




 Claudia no cesaba de hablar. Misleidy irrumpió el monólogo levantándose, perdonar voy al lavado, portaos bien, sobre todo tu Alfonso, decía haciendo sonar sus tacones por todo el salón meciendo sus nalgas. Claudia se incorporó e inmersa en una especie de irritación me dijo inexpresiva y con la boca casi cerrada, pero qué haces?, no ves que se puede enfadar. Enfadar?, le dije, todo lo contrario a Misleidy le encanta todo esto. Le gusta?, me preguntó Claudia, claro que sí, le contesté, le encanta como a todas las chicas. Claro, claro, exclamó Claudia, dirigiendo su mirada al contorno de mis labios y dejándome besar los suyos con verdadero sabor a deseo, sin duda, besando ella más que yo iba introduciendo su dedo índice en mi boca poniendo mi lengua húmeda junto a la suya. Al instante, entró despacio Misleidy sin casi sonar sus tacones, Claudia siguió besándome esperando alguna reacción de mi mujer.  Veo que lo pasáis bien, dijo Misleidy, si, le contesté yo, reclinándome en el sofá y dejando los labios de Claudia libres a la vista de ambos mientras acariciaba de nuevo su brazo derecho. El ambiente estaba repleto de una densa excitación, ninguna de ellas se atrevía a dar el primer paso. De suerte que empezó a sonar salsa latina, sin pensarlo dos veces lo utilicé como pretexto para coger la mano derecha de ambas invitándolas a bailar conmigo. El baile empezó y Misleidy, bailarina soberbia, tomo el mando de la situación cogiendo a Claudia por la cintura mientras le enseñaba a bailar, estuvieron bailando y riendo hasta que sus labios se cruzaron y empezaron a besarse acariciando, al mismo tiempo, el dorso de sus cuerpos.
Se fundían en besos, afloraba la experiencia de Misleidy, mientras dejaba, complacida, que Claudia flotara en su placer con los ojos cerrados pero con el sentir de su cuerpo abierto de par en par. Claudia siguió con sus abrazos rodeando el cuerpo de Misleidy, acariciándole las nalgas y regalándole besos por encima de sus hombres. Yo abandoné unos minutos el salón, fui al lavabo. Cuando volví las encontré abrazadas en el sofá blanco, sentadas, estaba Misleidy chupando los pezones de Claudia. Todo aquello coincidía con la mejor de las fantasías posible, mi pene estaba especialmente duro y muy lubricado, incluso sentía mi bóxer humedecido. Ellas, con los pechos fuera por encima de sus sujetadores, seguían chupeteándose la una a otra las areolas hinchadas con su pezones erectos, jugando la una con legua de la otra, jadeando, acariciándose las piernas suspiraban tocándose la ropa íntima, palpando y besando sus tersas nalgas totalmente descubiertas.
De pronto Claudia se incorporó, se llevó la mano al corazón y nos dijo, tengo tremenda taquicardia. No te preocupes esto es porque estas muy excitada, nos corremos juntas y se te pasará, le dijo Misleidy, no, no, nada de esto, es el alcohol que me sienta mal, exclamó Claudia. El alcohol?, pregunté extrañado, son las dos de la mañana llevamos bebiendo desde las nueve de la noche y ahora piensas que te ha sentado mal lo que has bebido?, si, así es, respondió Claudia, y te pido por favor que llames a un taxi, tengo que irme, dijo toda nerviosa sollozando. Así lo hice, llamé a un taxi./Durante el tiempo que estuvimos esperando al taxi Misleidy le dio un buen masaje en la espalda. Claudia ya más tranquila se extendió en disculpas y ruegos, me voy muy caliente, dijo mirando al silencio, eso parece, le contesto Misleidy. Llegó el taxi, sonó el telefonillo, Claudia de pie en el recibidor abrazada a Misleidy seguía en su mar de dudas, finalmente, tras un beso apasionado nos despedimos los tres y nunca más volvimos a juntarnos.


Una vez cerrada la puerta de la calle tras dejar de oír el taconeo de sus zapatos se cerró la puerta del ascensor, entramos en el salón en silencio. Mira, mira Alfonso, se dirigió Claudia hacia la mesita del comedor entre los dos sofás justo debajo de la lámpara de mesa, no es esto una braguita?, preguntó, cogiéndola con la mano derecha, más bien un tanga, contesté. Mío no es, yo lo llevo puesto todavía, exclamo Misleidy acariciándose con él la mejilla. Claudia, después del masaje que le dio Misleidy, al vestirse sola en el salón había decidido dejarnos un recuerdo de su complicado mundo sexual, su tanga mojado de placer. Nosotros terminamos bien la noche, juntos revivimos todo lo que había pasado aquella noche con nuestra amiga Claudia.

Lo cierto es que seguimos guardando el tanga de Claudia, hemos recordado muchas veces aquella historia y nos hemos corrido a gusto pensando en ella.
(Autor/a: el nombre de la otra chica es ficticio) (reservados todos los derechos)